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UN SUEÑO MÁGICO


Érase una vez una niña llamada Valentina. Una niña respetuosa, amable, humilde, soñadora; vivía más en la fantasía que en la vida real.

Un día al despertar, contó a la mamá un sueño donde todo era como un cuento de hadas. Ella se encontraba en un bosque jugando con sus muñecas al lado de una cascada cuando de pronto apareció un bello unicornio blanco,  su cola y su cabellera eran de color azul y su cuerno era de colores brillantes, destellantes, y expectantes. El unicornio contaba con el don de poder hablar se llamaba Filipin.

Valentina no podía creer lo que veía, parecía real, casi lo podía tocar. Filipin se le acercó y comenzó a hablar, quedó tan sorprendida que no podía hablar sus labios murmuraron ¡magnífico!

Filipin le dijo: - has llegado al lugar exacto donde su sueños se hacen realidad. Aquí todo lo veras con una sonrisa ¡ ven sígame! Valentina lo siguió. Filipin la llevo a un lugar secreto que nadie conocía. Era un hermoso castillo a orillas de una sierra nevada, al abrir la puerta, se dirigió hacia el ala derecha por un ancho jardín, se llevó una gran sorpresa, una cantidad de unicornios habitaban en ese espléndido paraíso; corrían, saltaban, otros dormitaban, unicornios de diferentes tamaños, estilos, colores. También vio criaturas fantásticas, fastuosas, mágicas, con pelaje y sin pelaje. Al lado izquierdo del castillo, había una mesita con muchas llaves y una cajita musical,  la niña que fuera capaz de viajar en sus sueños y poder ver lo irreal y lo real podría escoger la llave que daría música al catillo.

La niña se puso muy feliz porque compartiría muchas aventuras con esos seres fantásticos. El tiempo se agotaba, ya era hora de levantarse, ninguna llave funcionaba, sus esperanzas se desvanecían, lo mágico acabaría. Filipin le dijo que no se preocupara que él estaría siempre ahí, solo debía creer e imaginar sucesos mágicos. No dejar de soñar.  

Al contar el sueño a su mamá, ella le respondió como lo hacen  los adultos, nada fue real, algo te cayó mal, debe ser que no descansas muy bien. Valentina en medio de sonrisas le dijo: sea fantasía o no,  nunca dejaré de soñar, soñar es vivir, así sea un sueño mágico.


Autor: Dennis Mayerly Sepúlveda (11° Sede San Pedro)


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